viernes, 3 de julio de 2009

De los diagnósticos y fármacos

Siendo honesto, puedo decir que el hecho de ser médico me desagrada, y es que vamos ¿A quién le gustaría la idea de estudiar al cuerpo humano y sus patologías, peor aún, tener que mantener contacto con desconocidos que padecen enfermedades, en muchos casos altamente contagiosas, y que esperan ser curados, o de lo contrario se le hace responsable al médico? Y es que cuando nuestros pacientes mueren, los familiares dicen que no hay otro culpable que el médico, ¡Nosotros! precisamente quienes ponemos al servicio de personas extrañas y que no debería importarnos su existencia, todos los conocimientos de los que podemos disponer, cuando en realidad el responsable es el enfermo mismo, pero nadie lo acepta, siempre es más fácil culpar a alguien más o esperar a que alguna clase Dios nos salve.

Tal vez ustedes se pregunten esto: Si dices odiar tu profesión, ¿Por qué entonces decidiste estudiar medicina, sabiendo de ante mano que tu trabajo y vida girarían en torno al medio que ya has descrito? Yo les respondo así: No es que ignorara la labor de un médico, de hecho gran parte de mi familia se ha dedicado a la medicina, pero el problema es que ustedes no ven la cuestión desde la perspectiva de la cual hablaré, y por la que incluso estudié medicina. Para exponer esta cara de la medicina, formularé las siguientes preguntas: ¿Qué ser es el que tiene más valor en el planeta? El humano ¿Qué es lo más importante para el humano? La vida ¿Cómo cuidar a la vida cuando esta peligra? Aquí es donde yo entro, y no es que importe cuidar la salud de todas las personas, sino que yo mismo soy humano y debo cuidar mi vida, pero tomando en cuanta que los médicos cobramos sumas exageradas de dinero – exageradas porque en realidad nuestro trabajo no requiere un gran esfuerzo físico – decidí ahorrar dinero y curarme a mí mismo. Aparece ahora un problema por el que algunas veces, se llega a hablar mal de un médico: Las tarifas que manejamos. Y como deje, no es que desgastemos nuestros cuerpos o tengamos que pensar como filósofos para redactar un diagnóstico. El cobro tan elevado se enfoca principalmente a que nuestro trabajo es odioso, así que en cierta forma compartimos nuestra infelicidad con quienes no son médicos, y les quitamos de una forma arbitraria – aunque legal – gran parte de sus sueldos.

Si analizan lo ya expuesto, podrán descifrar que la razón principal por la que alguien se decide a ser médico es la siguiente: Tomando en cuenta el alto costo que exigen todos los médicos por consulta, y que nosotros somos humanos y por lo tanto debemos cuidar nuestra salud, se estudia medicina – hecho que en la práctica provoca odiar nuestra vida – para que cuando nos enfermemos podamos curarnos sin tener que acudir a alguien, y así vivir más tiempo, aunque esto signifique seguir siendo médicos y por lo tanto, detestar nuestra vida.

miércoles, 1 de julio de 2009

Muda


- Mi voz ha huido.

Pero “H” no siempre fue muda. Voz estaba sujeta con un cordón a su garganta. Solían caminar por el parque todas las tardes, Voz tenía que orinar ahí, o de lo contrario la casa de “H” olía muy mal – no existe un aroma peor que el emitido por los orines de una voz -. Cierto día, una ardilla corrió a esconderse entre las ramas de un árbol, así que “H” se acostó sobre el césped para poder verla, Voz aprovechó la distracción de “H” y después de morder el cordón que la ataba a la garganta, escapó. Voz dice que nunca le gustaron los pétalos con sabor amargo que le daba de tomar “H” las tardes lluviosas después de jugar dominó con el Señor “B”. A “H” nunca le ha gustado el café, curioso es que los pétalos tengan sabor a café con un toque de canela, tal vez por eso tampoco le agrada la idea de consumir pétalos. Aún así, lo cierto es que el armario que se puede ver en su cuarto, ese extraño rectángulo adornado con un botón de cuatro agujeros, siempre ha estado repleto de pétalos. Es por eso que Voz huyó de “H”, es increíble lo que unos cuántos pétalos con sabor acre le pueden hacer a una voz. Para encontrar pronta resignación a su estado de mudez, “H” se hace practicar psicoanálisis con un tipo llamado Sigmund. No hay mal que por bien no venga, y tal vez por eso los días que no visita a ese tal Sigmund – oh perdón, al doctor Sigmund – “H” va a la casa de su amiga “C”. En verdad le han de estar ayudando los psicoanálisis, pues se rumora que con “C” sí habla chido.