martes, 22 de diciembre de 2009

Capítulo 22, 23 (pero sin Berthe Trépat)

Verla sentada sobre un cómodo sofá, mascando tabaco y esa tristeza olvidada, viendo correr la tinta de un papel blanco (más bien amarillo) hacia la puerta. No regresará sino hasta las once, doce. Estará

Mascando en las tardes esa tristeza olvidada

Uno de los muchos datos que nos ha permitido descubrir el Hubble (no es un dentrífico, aunque tenga el nombre de uno, es como si tienes el nombre de una puta o de kierkegaard y no desarrollas las funciones propias de cada especie, por decirlo de alguna forma)es que las galaxias se están alejando unas de otras y por consiguiente toda la materia del universo. Sería lindo ver cómo los fotones tienen que salir cada vez de casas más alejadas porque los cuerpo se dieron cuenta (¿cuenta?) de que no tiene sentido saludar al vecino de junto (ese que tiene un perro que asusta a las gatitas de otros vecinos), que ese saludo, si se le estudia serenamente, es también un tipo de soledad (lástima que aquí no aplica lo que dijo Bécquer). Sí, ellos han entendido que son como dos árboles que crecen paralelamente, aunque algunas de sus ramas se toquen, sus troncos son inconciliables. Al parecer una de las cosas que siempre está ahí, no importa qué tan lejos se muden, es la materia oscura, maldita masa invisible para hacer pizza.

Pi

La madre observa la cama destendida y ordena: Tiende tu cama. El hijo la tiende. La madre examina las sábanas y dice: Lo has hecho mal. Y después ordena: Tiende tu cama. El hijo tiende su cama, esta vez tarda un poco más. La madre examina y comenta: La has vuelto a tender mal. Tiende tu cama. El hijo tiende su cama, la madre examina y dice: La has tendido mal. Y ordena: Tiende tu cama.

Creo que el hijo sabe que nunca podrá tender bien su cama, aunque lo intente una vez tras otra. A no ser que el hijo sí pueda tender adecuadamente una cama, pero por alguna razón que no comprende – o tal vez sí – la tiende mal. Si sabe que nunca podrá tenderla bien aunque lo intente, su vida es algo triste. Pero si por el contrario, tiene la capacidad de tenderla bien, pero comete errores por libremente, habrá triunfado. Una tercera opción: Tiene la capacidad para tender una cama pero no sabe que la tiene, y en algún punto de su vida la descubrirá, y cuando lo haga tal vez la tienda bien, a no ser que entonces decida tenderla mal. Lo cierto es que el hijo no tiende la cama bien, o no lo hace cumpliendo los criterios de evaluación de la madre, si es que tiene alguno, y la madre después de examinar dice algo como: “La has tendido mal” y después : “Tiende tu cama”.

Tender una cama es realmente difícil, por lo que – aunque sea su deseo tenderla una y otra vez – debe estar agotado. Este punto es muy verosímil, tomando en cuenta que no ha consumido algúna clase de alimento ni se ha detenido para dormir. La madre también debe estar cansada, ha estado de pie, esperando a que el hijo tienda satisfactoriamente la cama.

Por otro lado, no tengo algo que sea ajeno a esta escena, que pueda utilizar como parámetro de movimiento o tiempo, por lo que no estoy seguro de saber si el hijo ha pasado algunos años tratando de tender la cama, o si tan sólo han pasado minutos u horas.

Supongo que el hijo cree que morir será la única salvación, porque está muriendo. Tal vez piensa que cuando muera y no halla quien tienda la cama, la madre tendrá que morir también, esto en caso de que sí pueda tender una cama bien, pero fracasa apropósito. Si en cambio, aunque se esfuerza no consigue el triunfo, quizá cuando muera la madre consiga a alguien más para que tienda la cama, o al menos lo intente.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Mariguanos en un terreno baldío, frente a lo que especulo con Arturo, fue en algún momento la casa de un vagabundo

- Toma unas piedras para aventárselas por si nos intenta morder.

- Pero ya no hay. Creo que ha llegado al punto (5,14) en el que todas las piedras le han sido arrojadas (4,18) (4,19) (5,18) (5,19) (6,18) (6,19) de tal modo que para tomar una y lanzársela debemos pasar por donde él está (5, 16).

- Pues no, ahí hay una.

- Coño, no entiendes nada.

Llorona, llévame al Río

Sentado frente a un árbol, esperando al viento vespertino. Esperando a que baje corriendo de la montaña, con la risa del manantial que nace. Pasa junto al que camina, junto al ermitaño que toma las manzanas de un árbol; avanza refrescando y aliviando. Apaga una vela que ilumina la sala en la que una mujer seca sus lágrimas con un pañuelo muy delgado. Acompaña al ave que entra por mi ventana antes de que duerma, para cuidar que mis párpados no se abran antes del alba. Espero al viento vespertino que baja corriendo de la montaña, que después de acariciar mi nuca avisando su llegada, toma las hojas del árbol y las conduce bailando al campo en donde terminarán de secarse, ansiando encontrar la sombra de un árbol, o el murmullo de un río.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Pi

La madre observa la cama destendida y ordena: Tiende tu cama. El hijo la tiende. La madre examina las sábanas y dice: Lo has hecho mal. Y después ordena: Tiende tu cama. El hijo tiende su cama, esta vez tarda un poco más. La madre examina y comenta: La has vuelto a tender mal. Tiende tu cama. El hijo tiende su cama, la madre examina y dice: La has tendido mal. Y ordena: Tiende tu cama.

Creo que el hijo sabe que nunca podrá tender bien su cama, aunque lo intente una vez tras otra. A no ser que el hijo sí pueda tender adecuadamente una cama, pero por alguna razón que no comprende – o tal vez sí – la tiende mal. Si sabe que nunca podrá tenderla bien aunque lo intente, su vida es algo triste. Pero si por el contrario, tiene la capacidad de tenderla bien, pero comete errores por voluntad propia, habrá triunfado. Una tercera opción: Tiene la capacidad para tender una cama pero no sabe que la tiene, y en algún punto de su vida la descubrirá, y cuando lo haga tal vez la tienda bien, a no ser que entonces decida tenderla mal, pero esta opción es algo ilógica y la dejaré de lado, al menos por un momento, siempre y cuando decida regresar a ella. Lo cierto es que el hijo no tiende la cama bien, o no lo hace cumpliendo los criterios de evaluación de la madre, si es que tiene alguno, y la madre después de examinar dice algo como: “La has tendido mal” y después de algunos segundos: “Tiende tu cama”.

Tender una cama es realmente difícil, el hijo lo hace perpetuamente, por lo que – aunque sea su deseo tenderla una y otra vez – debe estar agotado. Este punto verosímil, tomando en cuenta que no ha consumido algúna clase de alimento ni se ha detenido para dormir. La madre también debe estar cansada, ha estado de pie, esperando a que el hijo tienda satisfactoriamente la cama.

Por otro lado, no tengo algo que sea ajeno a esta escena, que pueda utilizar como parámetro de movimiento o tiempo, por lo que no estoy seguro de saber si el hijo ha pasado algunos años tratando de tender la cama, o si tan sólo han pasado minutos u horas.

Supongo que el hijo cree que morir será la única salvación, pues está muriendo. Tal vez piensa que cuando muera y no halla quien tienda la cama, la madre tendrá que morir también, esto en caso de que sí pueda tender una cama bien, pero fracasa apropósito. Si en cambio, aunque se esfuerza no consigue el triunfo, quizá cuando muera la madre consiga a alguien más para que tienda una cama, o al menos lo intente.