si l'amour n'est pas moi, au moins laissez-moi vous aime
Son las cuatro diecisiete de la mañana, y comprendo que entre los absurdos pensamientos que desfilan dentro de mi mente mientras no logro dormir, veo tu rostro y tus labios con forma de sonrisa. Deseo que el árbol que se asoma en mi ventana recite tu nombre. Agnès ha subido a mi cama y juega con los dedos de mis pies, limpia un poco la intensa migraña que me abraza y recuesta su cabeza sobre mi almohada. Y aunque es posible que sólo duerma dos horas, apagaré el despertador y apresuraré a mi padre con la esperanza de que en el viaje al salón de física o inglés te cruces en mi camino y sienta el ausente saludo entre nuestras pupilas; apagaré el despertador con la esperanza de ver tu cabello cubriéndote la espalda, que se aleja como si huyera de algo, o de nada, de mí.
martes, 6 de octubre de 2009
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