lunes, 14 de diciembre de 2009

Llorona, llévame al Río

Sentado frente a un árbol, esperando al viento vespertino. Esperando a que baje corriendo de la montaña, con la risa del manantial que nace. Pasa junto al que camina, junto al ermitaño que toma las manzanas de un árbol; avanza refrescando y aliviando. Apaga una vela que ilumina la sala en la que una mujer seca sus lágrimas con un pañuelo muy delgado. Acompaña al ave que entra por mi ventana antes de que duerma, para cuidar que mis párpados no se abran antes del alba. Espero al viento vespertino que baja corriendo de la montaña, que después de acariciar mi nuca avisando su llegada, toma las hojas del árbol y las conduce bailando al campo en donde terminarán de secarse, ansiando encontrar la sombra de un árbol, o el murmullo de un río.

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